viernes, 15 de julio de 2011

¿Qué es comprender un poema?

Por Beatriz Juárez González



Comprender un poema es comprender al ser que se ama. El procedimiento es el mismo, pero el amor se va gestando en el proceso de la comprensión. El primer paso es conocerlo: “de la vista nace el amor”. De esta manera se elige a la pareja; “algo” nos atrae, y la miramos buscando qué es lo que despierta nuestra inquietud. Así también para conocer al poema hay que mirarlo, hacer uso de nuestros cinco sentidos. Mostrar interés, como dice Erick Bentley: “todo interés implica una emoción y todo gran interés es decididamente apasionado”; así necesitamos recorrer el poema, intuitivamente, con el deseo de penetrarlo, de vislumbrar el sentido de las palabras. Se tienen que despejar todas las dudas, hacerle preguntas al poema y tratar siempre de recibir respuestas.
Hay poemas que se ponen difíciles como la persona de la que nos enamoramos; pero no por esta dificultad abandonamos nuestro deseo de conocer más sobre el poema o de la persona que nos agrada, tal vez su dificultad los hace más interesantes.
En el caso de los poemas difíciles, el interés que nos generan, quizá sea porque obligan al lector a ejercitar la mente, yendo al diccionario o leyendo otros textos que pudieran tener relación con el poema. Así sucede con los poemas de Salvador Díaz Mirón que bien pueden leerse sin conocer nada de su autor, pero si el lector se ocupa de inspeccionar en la vida trágica del poeta que abarca su encarcelamiento y su ferviente carácter rebelde, se dará cuenta de que muchos de sus poemas corresponden a esta actitud de vida; y por ello el poema “Avernus” es el infierno del yo lírico y también del poeta.
En el caso del amor de pareja, uno y otro se esfuerzan por conocerse; saber sus gustos, sus inquietudes, sus miedos, sus tristezas, sus alegrías, etc.; todo esto con la intención de poder agradarse y tener cosas que compartir.
Por otra parte, es verdad que el significado del poema debe hallarse en el mismo poema, pero también es cierto que si se busca comprender al poema, el lector debe verse obligado a justificar por qué le gusta un poema; no hay gusto sin comprensión. Cuando el lector dice: “me gusta un poema de Sabines porque es sencillo”; esa sencillez es comprensión, comprendo que es sencillo. De la misma manera sucede con los amantes, ellos deben saber por qué se gustan, por qué se aman y aunque digan: “no sé qué tiene esa mujer pero la amo, o en el caso contrario, no sé por qué pero amo a ese hombre”. Ese “no sé” implica, como en los poemas, una comprensión de ver en las parejas, “uno se qué, que gusta.
Así como en el amor de pareja se busca una especie de compatibilidad, de igual forma sucede con el poema, nos gusta lo que es compatible con nosotros y en el intento de comprender al otro, hay un deseo de comprenderme a mí misma. Como bien dice Octavio Paz: “Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya que lo llevaba dentro” (24).
La tarea de comprender un poema es infinita, lleva lo mismo que comprender al otro. Hay parejas que se divorcian porque dicen: “no nos comprendimos”. También hay separaciones entre los poemas y los lectores. Muchas veces se abandona un poema, porque no se comprende y entonces no logramos amarlo, como no logramos aprehenderlo para nosotros, lo dejamos ir. Pero también hay poemas que en la primera lectura gustan aunque no comprendamos nada como Piedra de sol de Octavio Paz o Las Elegías de Duino de Rainer María Rilke, pero el gusto nos lleva al camino de la comprensión aunque nada nos garantiza que se pueda comprender a un poema en su totalidad, como tampoco se puede comprender al ser amado por completo. El lector puede destinar su vida a este intento de la comprensión y pensar todos los días qué significa:

Y nosotros, que pensamos en una dicha
ascendente, experimentamos la emoción
que casi nos sobresalta
cuando algo feliz cae. (María Rilke, “Décima Elegía”)


O bien, buscar todo el tiempo comprender al amado, entender el amor, sabiendo que como dice Juan José Arreola “somos hechos y destinados para la soledad”, pero siempre hay “algo” que nos mueve a complementarnos con el otro. Poesía y amor qué tan diferentes pueden ser.

jueves, 7 de julio de 2011

Tijuana: crimen y olvido de Luis Humberto Crosthwaite

Magda Gilbert y Juan Antonio Mendívil: una pareja antitética en Tijuana: crimen y olvido de Luis Humberto Crosthwaite


Por Beatriz Juárez González


¿Qué sería de la memoria sin el olvido,
que le decanta y deslinda, ¿qué sería del olvido
sin la memoria, que lo espanta y no lo abarca?
Fernando del Paso


La novela Tijuana: crimen y olvido sugiere al lector diversas interpretaciones y lecturas; no se puede asegurar, por lo tanto, que el tema de la desaparición de los periodistas sea el punto central de la novela. El mismo autor Luis Humberto Crosthwaite ha mencionado que uno de sus propósitos al escribir esta obra, es que el lector llene los espacios en blanco que él coloca con esa intención. Por lo mismo, quiero realizar una interpretación sobre los dos personajes que considero claves Magda Gilbert y Juan Antonio Mendívil, a los que he decidido llamar “una pareja antitética”.
De todas las figuras retóricas que nombran lo contradictorio, como la paradoja o el oxímoron, la antítesis es la que define mejor la posición que tiene la pareja; la primera oposición se muestra en el epígrafe de Fernando del Paso: memoria y olvido; a Magda Gilbert le corresponde la memoria y a Juan Antonio Mendívil el olvido. Para Roland Barthes: “La Antítesis separa desde siempre; apela así a la naturaleza de los contrarios, y esta naturaleza es salvaje”. Este aspecto violento permanece en toda la novela, no sólo en los personajes sino también en las situaciones, por lo cual, lo antitético de la pareja es el reflejo de la lucha que prevalece en el ambiente de Tijuana, de la frontera y de sus habitantes.
Magda Gilbert se encuentra en Tijuana (México) y Juan Antonio Mendívil del otro lado de la frontera (Estados Unidos); la frontera que apela, ya de por sí, a una separación constituye otra oposición para la pareja. Sin embargo los une el periodismo y el interés que uno tiene sobre el otro, aunque Magda sea menor de edad a Juan Antonio.

Otra oposición que tiene la pareja es la separación con su antiguo amor; Magda es separada de Fabián Flores porque a éste lo asesinan y Juan Antonio Mendívil se separa de su mujer por problemas de pareja; así Magda pierde a su novio por la muerte y Juan Antonio pierde a su mujer por la vida. Magda recurre a las cartas para despedirse de Fabián Flores y poder, con eso, olvidarlo; Juan Antonio, por su parte, no hace nada sólo deja de hablar de su esposa y con eso la coloca en el olvido.
No obstante, la separación que sufre la pareja antitética es difícil y cruel, por lo que conviene, para ambos, el olvido. Quizá sea ésta una de las razones por la que Magda muestra tanto interés en conocer las causas del olvido de Juan Antonio, porque ella también tiene la necesidad de olvidar.
Pero parece que el destino del humano es recordar y por eso se vuelve dudoso el hecho de pensar que sin ninguna razón fundada Juan Antonio Mendívil olvide. Así pues, se habla de una “posible enfermedad” cuando éste busca en sus recuerdos y no encuentra nada. Ese es el mayor conflicto, no hallar nada aunque se busque; en efecto, todos quisieran olvidar lo “malo” pero lo “bueno” se busca recuperar, en ese sentido es que la pareja antitética encuentra beneficio en su lucha contraria. Juan Antonio Mendívil puede ayudar a Magda a olvidar a Fabián y Magda puede ayudar a Juan Antonio a recuperar sus recuerdos agradables y por eso le dice: “Te ayudaré a recuperar lo que has olvidado” (59) puesto que para Juan Antonio: “Recordar se había vuelto un verbo inútil por el simple hecho de que los recuerdos permanecían ausentes […]” (64).
Tal como Fernando del Paso cuestiona el hecho de la memoria junto al olvido, mostrando que una no puede existir sin la otra; así mismo sucede con la pareja antitética, que teniendo necesidades tan contrarias: olvidar y recordar, pueden estar juntos. Con ello, la historia de la pareja presenta al lector una sorpresa abrumadora; ellos desaparecen, son separados; las investigaciones de Luis Humberto Crosthwaite- personaje muestran que no están juntos disfrutando de la vida, como algunos piensan.
La desaparición de la pareja y por tanto de su separación es como la antítesis que define Roland Barthes: “el combate de dos plenitudes enfrentadas ritualmente como dos guerreros armados” (21); parece que la intención de la memoria es anular al olvido y éste a la memoria, pero la lucha que uno y otro tienen es eterna, no hay conciliación.
Este es el resultado que a mí lectora me deja la novela Tijuana: crimen y olvido, no hay conciliación; vivimos en una eterna lucha, de lo que sea, llámese existencial, social, política, económica etc. En la novela el autor ha sabido contar una historia diciendo a la vez muchas, se preocupa por narrar la vida de Magda Gilbert y Juan Antonio Mendívil, pero coloca pistas para que el lector se dé cuenta del mundo que rodea a sus personajes; un mundo corrupto, censurado en las ideas, castigado, perseguido y asesinado.
El ambiente de la novela es tan próximo a la realidad que la idea de ficción y verdad con la que juega el autor es semejante a la que nos enfrentamos, nosotros, todos los días, en la que los acontecimientos parecen historias de películas o novelas. Por tal motivo, escogí para hablar de la obra a la pareja antitética, coincidiendo con Roland Barthes en la naturaleza de la antítesis, como la figura de la lucha eternamente recurrente; y así como el olvido y la memoria que representa a la pareja, están en combate; de igual modo, lo está toda la historia que no hace otra cosa que transmitir la crisis en la que todos estamos: realidad o ficción.